
Dear Sister, Let's Talk: Waiting
La espera, la dulce espera, la tediosa espera. ¿Cuanto tiempo va a durar? ¿Cuando llegará el día en que ya lo pueda tener? ¿Que tengo que hacer? ¿Hay algo mal en mí? ¡Ya no puedo más!
Si has estado en una temporada de espera, seguro te identificas con los pensamientos que pasan por nuestra mente, como los anteriores. La temporada de espera se da cuando queremos algo, lo ponemos en las manos de Dios con la certeza de que está en sus planes para nosotras, aún no ha llegado. Una temporada puede durar meses o años y depende completamente de Dios cuando lo dejamos en sus manos. Pero el que sepamos que en algún momento llegará, no lo hace más fácil y requiere de mucha disciplina, sabiduría y paciencia el esperar bien.
Yo diría que estoy en una temporada de espera hace cuatro años y se siente como cuando los israelitas estuvieron en el desierto durante 40 años (Números 14:34), en la espera de llegar a la tierra prometida. Muchas cosas pasaron durante esos cuarenta años, yo espero no haber sido tan rebelde como los israelitas pero si me identifico mucho en el sentimiento de esperar. Es más fácil esperar unos días cuando sabes que lo que quieres está al otro lado, pero cuando llevas años en la espera y no ves que las cosas se alinean para lo que quieres, es TAN frustrante.
Dios nunca ha fallado, aún en la espera Él provee de nuevas maneras, así como con el maná en el desierto y el agua de la roca (Éxodo 16 y 17). El desierto presenta una oportunidad de conocer al Dios proveedor en el lugar de sequía. Ahí es cuando tu dices, Dios está aquí, por que lo que yo estoy viendo en este lugar no tiene sentido sino es su mano.
Pero lo que he aprendido en los últimos tiempos me ha sorprendido. Por que siempre tuve la impresión de que en la espera, lo único que haces es esperar, pasar el tiempo de cualquier manera hasta que Dios te lleve a la tierra prometida y allí comenzará tu vida. Esa es una forma de ver la espera, esa es la manera en que yo veía la espera, esto me llevó a la desesperanza. Por que me sentí limitada, lo que yo creía que necesitaba para lograr las cosas que quería, no lo tenía y me sentí perdida. Veía a otras chicas de mi edad, avanzando, logrando cosas y yo estancada, sin poder escapar del lugar en el que estaba, pero lo que me tenía limitada no eran mis circunstancias sino mi perspectiva de ellas.
El otro día estaba leyendo, Jeremías 29, que es una carta de parte de Dios a los exiliados de Jerusalén en Babilonia tras la conquista de Nabucodonosor. En resumen, no fue lo que les hubiese gustado leer, por que pasarían 70 años en Babilonia. Pero a pesar de estar en exilio, Dios les encomendaba continuar fructificándose, que construyeran casas, plantaran jardines, cosecharan y se comieran lo que producían. Ya esto es indicio de que no estarían allí poco tiempo, por que hasta los menos expertos en plantas sabemos que los vegetales y las frutas no se dan en una semana. También les encomendó casarse, tener hijos y hasta buscarle parejas a sus hijos e hijas, si eso no te dice que iban a estar tiempo allí, no sé que más. Imagino como han de haberse sentido al recibir esta noticia, no estarían allí solo unos añitos, generación , tras generación viviría en exilio y esa noción ha de haber sido agobiante. El propósito de Dios para ellos en ese lugar era incrementar en numero, la encomienda de la tierra prometida, en el exilio. Who would've thought?
Solo Dios.
No se supone que se sentaran a esperar que llegara la fecha de irse y cuando volvieran a Jerusalén construir casas y fructificarse. No, Dios les dio una asignación en el lugar de espera. Que se asentaran, oraran y obraran para la prosperidad del lugar donde solo pasarían una temporada.
Es el propósito de Dios es que prosperemos en donde sea que estemos. En el exilio o en la tierra prometida, la asignación es la misma.
¿Que aprendí en la espera? Un montón de cosas, que Dios es siempre fiel, que Él siempre nos ve y no nos suelta. Sané y aprendí que en la espera el tiempo no se congela, no es un limbo. Por que cuando tienes una asignación y un propósito no importa donde estés eso no cambia. Cada día, aún en la espera, tiene valor. Por que tenemos un propósito. Esta realización fue la que le dio un giro a mi vida.
La vida no comienza el día que recibimos lo que esperamos. Por que si lo pensamos, nunca dejamos de esperar por algo, si esperamos al hombre que Dios tiene para nosotras, luego esperamos por la casa, luego por los hijos, tal vez por lo que esperamos es una oportunidad de trabajo y en el caso de lograrlo todo, todavía esperamos la venida de Jesús (esta temporada de espera se siente la más larga. Jesús ven ya).
Lo cierto es que más allá del propósito por el cual Dios nos permita esperar, siempre hay belleza en cada temporada y la espera no es la excepción. Hubo un punto de mi temporada en el que no le podía ver la belleza ni a la vida, nada parecía tener sentido, pero de pronto Dios me permitió ver todas las bellezas que me rodeaban y hoy día me alegro en la espera. La que pensé que era la peor temporada de mi vida se convirtió en la mejor, solo por que comencé a vivir cada día y mis ojos fueron abiertos para ver la belleza que me rodeaba.
La espera es difícil y si eres como yo, quisieras darle skip, pero ¿que tal si en el futuro esta temporada forma parte de "the good ol' days"?. Por que aunque (en el nombre de Jesús) el futuro será mejor que el presente, habrán cosas de esta temporada que no se van a repetir y si pasamos esta temporada quejándonos, deseando no estar aquí, puede que nos perdamos de las cosas buenas que Dios quiere hacer en el lugar de espera.